jueves, 31 de enero de 2013

EL GALLO KIRICO

Hola amiguitos, soy Anita, hermana de Amado. Yo conocí a todos los animalitos de los que Amado ya os ha contado:Coca, Leon, Tenorio...porque viviamos en Toro cuando eramos pequeños y teniamos muchos animalitos.
Quiero contaros mi historia con el Gallo Kiriko y espero que os guste tanto como las que os ha contado Amado con los otros animalitos, a los que yo tambien quería mucho.
Teníamos un gallinero con muchas gallinas y un gallo, Kirico: era precioso, presumido y gran defensor del gallinero.
A mi me tocaba recoger los huevos que cada día ponían las gallinas, que Kirico consideraba que eran de su propiedad y por eso defendía como si fuera el más fiero de los guardianes. Consideraba que era su obligación. En el gallinero mandaba él y qué a nadie se le ocurriera invadir su territorio. Era su trabajo. Pero no contaba con que mi tabajo, impuesto por mi mamá era entrar a coger los huevos cada día.
Pues aquí empieza mi historia con Kirico;
Me acercaba al corral a recoger los huevos que habían puesto ese día las gallinas y, como me pasaba siempre, las piernas me temblaban de miedo porque sabía que Kirico, como hacía siempre, me esperaba listo para picarme.Y estaba harta de sus picotazos, que, jolines, me dolían. Me paré un instante y pensé que algo tenía que hacer para conseguir que no me volviera a picar nunca másMe acordé  que mi mamá, cuando me mandaba al desván a por alguna cosa y yo me quejaba porque tenía miedo, decía que subiera las escaleras cantando y se me pasaría.
¡ya está!, eso podía hacer al entrar al corral, y si me había funcinado para el desván, ¿por qué no me iba funcionar con Kirico? y , a pesar de que casi no podía hablar de miedo, otra cosa es cantar.
Y no lo pensé más, ¡adelante! ¡fuera miedos!
Ya no me temblaban las piernas, ¡qué tiemble Kirico! pero no yo.
Abrí la puerta de gallinero y ¡abra, calabra! allí estaba esperando para darme picotazos y yo muy decidida empecé:
                       El patio de mi casa es particular
                       cuando llueve se moja
                       como los demás
                        agachate, y vuelvete a gachar
Y ¡sorpresa,sorpresa! Kirico se quedó parado y se agachó, lo mismo que hice yo cuando lo cantaba y más ¡sorpresa! dejó de cacarear muy fuerte, como hacía siempre antes de picarme, no me picó y se puso a cacarear suave, como si quisiera acompañar mi canción. Las personas damos palmadas y el cacareaba al ritmo del cantar.Era genial ¡ lo había conseguido!. recogí los huevos y salí cantando de alegría:
                          El cocherito leré
                         me dijo anoche leré
                         que si quería leré
                         montar en coche leré
                         y yo le dige leré
                        no quiero coche leré
                        que me mareo  leré
                        si monto en coche leré
Kirico me seguía con su suave cacareo y yo salí del corral sabiendo que había ganado una gran batalla.
Cuando mi mamá vió que ese día no traía ningún huevo roto y no me quejaba como hacía siempre me dijo que ya era hora y  qué era lo que había pasado. Yo se lo conté y ella me dijo que le parecía muy raro y que yo cantaba muy mal. Pues a Kirico le gusta. Pues ale, ale canta todos los dias.
Yo pensaba que eran muchos dias y tendría que saber muchas canciones porque Kirico no tenía ni un pelo de tonto, o mejor dicho ni una pluma de tonto y no me dejaría repetir canción.
Así que al día siguiente cuando fuí a la escuela pregunté a mis amigas por otras canciones. En el recreo, claro, para que las monjitas no me castgaran, porque te castigaban mucho y sobre todo a mí que era muy charlatana. Y así conseguí aprender muchas caciones.
Mi segundo día feliz con Kirico:
me recogí la falda de mi vestido, formando un hueco para echar los huevos, y pensando la canción que iba a cantar, abrí la puerta del corra y ¡sorpresa! Kirico estaba allí cacareando con cara de pocos amigos y yo estuve a punto de cerrar, pero no, me dije, mejor empiezo a cantar:
                          Había una vez un barquito chiquitito´
                           que no podía, que no podía navegar,oé oé
                          pasaron un dos tres cutro cinco seis semanas
                          y aquel barquito,aquel barquito navegó, oé oé
Bueno, pues sí, Kirico me dejó recoger los huevos y tan contenta que me puse, me daban ganas de darle un beso.
Nunca le he olvidado y aprendí que cuando algo me sale mal es mejor cantar que enfadarme. Probar y veréis que funciona